Francesca, recien nacida, cincuenta centimetros, sus padres se conocieron hace dos años en un puerto, ella vendía jugos en el puesto número cinco del mercadillo local (sí señor, al fondo junto a la virgencita milagrosa) y él era un aguerrido pescador. Se amaban y tenían muchos planes, pero tú Francesca no eras uno de ellos, lo siento.
Francesca, quince años, un metro sesenta y cinco, padres divorciados, vive con el hermano de su mamá al cual no llamaremos 'tío Juan' porque no se lo merece. Está cursando el tercer grado de la secundaria en un colegio estatal (sí señor, repitió el año, malas influencias dicen). Suele ir los sábados a quilca por música y vino barato. Aprendió a fumar marihuana ayer gracias a su vecina a la cual no odia pero tampoco estima, pero horas antes de alguna fiesta la trata como a una hermana, todo por un vestido.
Francesca, veinte años, un metro setenta y tres, tiene un hijo y vive sola en el tercer piso de un edificio. Trabaja todo el día en el periódico. Cuando llega a casa le da cinco soles a Margarita (sí señor, su vecina) por cuidar al bebé. Si supieras Francesca que tu bebé tiene muchos tíos, que entran y salen de la casa de tu vecina ... previa llamada y acuerdo económico obviamente.
Francesca, cuarenta y tres años, un metro setenta y dos, su hijo viajó a España la semana pasada. El niño Manuelito es un excelente abogado, prospecto de diplomático dicen sus allegados, dejó a su prometida en la dulce espera y la promesa de un retorno.
Francesca, setenta y dos años, un metro sesenta y siete, divorciada (sí señor, se casó), linda abuela y experta cocinera, ayuda a cambiar los pañales de su bisnieto en la madrugada y teje chompitas para su hijo antes de ir a la cama. Dejó de ir al casino porque no tenía más joyas en su mesita de noche, solo algunas fotos viejas y una mano de cartas (sí señor, con las calatas que le gustan) en mal estado. Su vecina falleció anoche.
Francesca, noventa y cuatro años, la perdimos ayer, decidió viajar sin despedirse, era su estilo dicen algunos. Hasta pronto Francesca mujer guerrera, prometí contar tu historia y ahora quién contará la mia?
Francesca, quince años, un metro sesenta y cinco, padres divorciados, vive con el hermano de su mamá al cual no llamaremos 'tío Juan' porque no se lo merece. Está cursando el tercer grado de la secundaria en un colegio estatal (sí señor, repitió el año, malas influencias dicen). Suele ir los sábados a quilca por música y vino barato. Aprendió a fumar marihuana ayer gracias a su vecina a la cual no odia pero tampoco estima, pero horas antes de alguna fiesta la trata como a una hermana, todo por un vestido.
Francesca, veinte años, un metro setenta y tres, tiene un hijo y vive sola en el tercer piso de un edificio. Trabaja todo el día en el periódico. Cuando llega a casa le da cinco soles a Margarita (sí señor, su vecina) por cuidar al bebé. Si supieras Francesca que tu bebé tiene muchos tíos, que entran y salen de la casa de tu vecina ... previa llamada y acuerdo económico obviamente.
Francesca, cuarenta y tres años, un metro setenta y dos, su hijo viajó a España la semana pasada. El niño Manuelito es un excelente abogado, prospecto de diplomático dicen sus allegados, dejó a su prometida en la dulce espera y la promesa de un retorno.
Francesca, setenta y dos años, un metro sesenta y siete, divorciada (sí señor, se casó), linda abuela y experta cocinera, ayuda a cambiar los pañales de su bisnieto en la madrugada y teje chompitas para su hijo antes de ir a la cama. Dejó de ir al casino porque no tenía más joyas en su mesita de noche, solo algunas fotos viejas y una mano de cartas (sí señor, con las calatas que le gustan) en mal estado. Su vecina falleció anoche.
Francesca, noventa y cuatro años, la perdimos ayer, decidió viajar sin despedirse, era su estilo dicen algunos. Hasta pronto Francesca mujer guerrera, prometí contar tu historia y ahora quién contará la mia?
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